Archivo de 30 de julio de 2007

Nacidos para Ganar

Nacidos para Ganar

Río de Janeiro. (Por Fernando López y Claudia Castro, enviados especiales). / A pesar que no compitieron, el viento sopló a favor de Juan Ignacio Maegli y Cristina Guirola, quienes obtuvieron la medalla de oro en los Juegos Panamericanos, Río 2007. No conocían a la perfección lo que podrían lograr en un velero, hasta que una mañana de noviembre de 1996, sus papás los llevaron a un curso de vacaciones en Amatitlán.

No fue el primer contacto con los botes, pero sí el comienzo de una historia que apenas empieza a dar frutos y que ayer recibió la primera medalla panamericana. Ayer, en la premiación, demostraron que no sólo son grandes deportistas, sino poseen una fuerza interna. Al momento de subir al podio, bajo la llovizna, atletas y público brasileño los abuchearon y gritaban “Brasil, Brasil, Brasil…”, por estar en contra de la decisión del Tribunal Disciplinario de haber descalificado al bote local. Pero Cristina y Juan Ignacio, a pesar de los chiflidos que no dejaron que se escuchara el himno nacional, permanecieron tranquilos y felices porque, como ellos dicen, ganó el juego limpio y merecían la medalla.

Reencuentro

Pequeños y traviesos eran Juan Ignacio y Cristina cuando se conocieron e iniciaron en la especialidad y desde ese momento se enamoraron del agua y del viento. No han participado juntos en muchos eventos, porque las disciplinas los han separado, pero en el actual ciclo olímpico la unión ha sido el resultado para el éxito. En el 2005, Juani y Cristi, como les dicen sus amigos, comenzaron la pareja del Hobie Cat-16. Fue un año de trabajo arduo para los Juegos Centroamericanos y del Caribe del 2006, en donde ganaron la medalla de plata. Después de la participación en Cartagena se separaron y hace tan sólo un mes volvieron a entrenar juntos. Juan Ignacio dice que han logrado hacer una buena pareja porque Cristina se ha adaptado a sus exigencias. “Nos entendemos lo suficiente y por eso nos ha ido bien”, reconoce el capitán.

Llegaron a Río de Janeiro el 12 de julio, para poder conocer mejor las condiciones climáticas que cambiaron todos los días y a ellas se debieron adaptar, pues de los seis días de carreras, sólo pudieron realizar tres. El miércoles fue el más complicado, pues llegaron en la tercera regata en quinto lugar y eso les complicaba para ganar la medalla de oro; pero el jueves fue un día casi perfecto, porque el viento sopló fuerte y por las habilidades de Maegli y Guirola, lograron un primer lugar y dos segundos. El último día de la clasificación, las circunstancias cambiaron, pues el bote nacional ocupaba la segunda posición y la protesta contra el bote de Brasil, por tener alteraciones de dos pulgadas en el mástil, les permitió a los guatemaltecos colocarse primeros y, aunque deseaban salir al agua y demostrar que eran los mejores, la falta de viento no se los permitió y llegaron así en la primera posición a la final.

Maegli relató que la noche del viernes durmió tranquilo, pero con muchas ganas de navegar el último día. “Quería demostrar que merecíamos la medalla, porque desde el comienzo peleamos por ella”, cuenta Pero las condiciones tampoco se los permitieron: el tiempo límite previsto para las 16 horas llegó y por eso su especialidad no se realizó. Juan Ignacio y Cristina, al saber la noticia, festejaron en el mejor lugar, adentro del agua. Un sueño cumplido. Para los dos guatemaltecos, estar en el podio fue cumplir un sueño, que desde pequeños habían empezado a construir. En 1999, en Winnipeg, Canadá, Juan Ignacio participó con tan sólo 10 años en los Juegos Panamericanos, en donde se entretenía en la arena y jugaba con las conchas.

El día de la final juró que algún vez tendría su medalla de oro, por eso prestó una y se tomó la foto. Ocho años más tarde se volvió una realidad. “La meta era ganar una medalla y siempre supe que sería posible, sólo era de disfrutar y hacer bien el trabajo. Lo logramos y ahora nos merecemos sentirla en el pecho”, citó el capitán.

Para Cristina la sensación es similar, poder tomar la medalla en sus manos es un logro y una meta cumplida. “Juani es el mejor capitán, él me guía y por eso conseguimos esta medalla y tengo muchos agradecimientos porque me dio la oportunidad de competir con él”, manifestó la tripulante.

La pareja regresa mañana a Guatemala para seguir navegando, porque a sus 19 y 20 años aún tienen muchas pruebas para competir, como el Mundial del próximo año en Australia, en donde Juan Ignacio buscará su clasificación olímpica.

Fuente: Prensa Libre, Guatemala


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